domingo, 10 de febrero de 2013

VIDA , MUERTE Y GLORIA DE UNA FLOR

Un jardinero cuidaba las plantas de un pequeño jardín en su casa.
En el jardín, una de las plantas floreció entregando una única flor blanca que perfumaba a las plantas del lugar.
Era llamativo ver su blancura, oler su perfume y ver su belleza, entre tanta vegetación relativamente homogénea.
El jardinero se sentía feliz de verla cuando regaba y limpiaba y como una forma de agradecimiento trataba de darle más agua para que la humedad durara más tiempo en los soleados días de verano.
Esta silenciosa relación duró algunas semanas, hasta que un día el jardinero llegó a su casa y se encontró con la triste sorpresa de que la flor había sido cortada y el tallo que la sostenía mostraba su pulpa en un preciso corte en diagonal.
Fue inmediatamente donde su esposa y esta le aclaró lo sucedido:
-          “Lo que pasó fue que me visitó mi amiga del otro lado de la ciudad y trajo a su hija. Ella se enamoró de la flor y sin que la viera nadie la cortó. Cuando me di cuenta era tarde.

Le dije que no lo volviera a hacer, que a las plantas también les duele porque están vivas igual que nosotros y que esa flor iba a comenzar a morir, en cambio, si la hubiera dejado en su lugar hubiera seguido viva perfumando y alegrando el jardín. 
Ella estaba muy acongojada y me pidió perdón. Me dijo  también que no lo volvería a hacer y que había aprendido la lección.”
De alguna forma el jardinero quedó tranquilo y reflexionó:
“Quizás si la flor hubiese tenido que elegir morir para el desarrollo de conciencia de alguien, seguramente hubiera muerto gustosa porque su muerte no fue en vano”