martes, 26 de marzo de 2013

REFLEXIONES SOBRE ESPIRITUALIDAD Y POLITICA

Amar el prójimo como a uno mismo se puede interpretar en hacer el bien común tanto como trabajar para las metas personales.
Si los separo y me inclino hacia uno u otro, se desequilibra.
Su versión negativa y económica social es el comunismo y el capitalismo.
En el primero el carecer de metas personales hace que el individuo se confíe en la masa porque se alcanza un estado de conformismo generalizado.
En el segundo, en cambio separa y quita valor a otro porque lo importante es el avance personal o grupal, con esto, la sociedad se subdivide infinitamente  en una jerarquía de poder entre grupos.
Ni con uno u otro se puede lograr el desarrollo total de todos los individuos. Porque la evolución total de una humanidad se  logra con el desarrollo de todos los individuos.
La privatización incentiva el bien grupal, usufructuando de los bienes públicos y disminuyendo el bien común.
Como nuestra sociedad se rige por medio de leyes, estas son necesarias para normar el comportamiento individual y también para desarrollar el bien común. Existe una inclinación de nuestras leyes hacia el desarrollo grupal y no se entiende el valor de "La Humanidad".
Si se entiende ayudar por medio del cobro de impuestos, estos deberán ser suficientemente altos como para equilibrar las necesidades de los individuos menos capacitados y equilibrar o suplir todas las necesidades básicas para el desarrollo de todos. Muy por el contrario, los impuestos no deben ser "lo suficientemente bajos" para el supuesto desarrollo de la inversión, porque siempre se encontrarán altos para un alma egoísta y desequilibrada que aspira a no pagar impuesto o no cooperar con el bien común ya que solo desea el bien propio y el de su grupo.
No se trata de buscar un incentivo para el desarrollo de algunos, el objetivo es el desarrollo total y solo se logra la felicidad total con el bien para todos y no como actualmente se extiende el egoísmo cultural, padre del clasismo, nacionalismo y hasta del racismo.
La idea del  “incentivo” es un concepto errado para generar leyes o sistemas de mercado.
Hacer un sistema económico y político que funcione por incentivos es propio de sociedades inferiores en que los individuos luchan por la subsistencia y donde los más acomodados no reconocen su codicia y los subterfugios legales y aceptados para realizarlos.
Los sistemas políticos de seres inteligentes y avanzados no deberían  basarse en la capacidad de adquirir o no adquirir bienes y servicios. Los sistemas políticos deberían desarrollarse para la expansión de la conciencia y lograr la unión inteligente de todas las almas que conforman la sociedad que serían capaces de hacer y crear lo que se propongan. Posiblemente una vez alcanzado este estado solo se desee ayudar a otras sociedades o humanidades y expandir su sabiduría en conocimiento del universo.
Un cambio de paradigma cultural puede tardar años en implementarse y siempre existirán seres retrógrados que se opongan o que no estén preparados. Así ocurrió con la creación de las Repúblicas en América, con la abolición de la esclavitud y con el término de la inquisición. La única diferencia fue la convicción de una sociedad en vivir algo distinto, dejando atrás el  abuso. El asunto es que la verdad sostiene en el tiempo siempre las organizaciones más desarrolladas en libertad y orden. Aunque en primer momento el cambio siempre es riesgo.